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UNIVERSIDADES ¿ESPACIOS SEGUROS?

  • Foto del escritor: ELLA, sobreviviente
    ELLA, sobreviviente
  • 11 jun 2019
  • 3 Min. de lectura

Muchas personas trataban de apoyar, a menudo se comunicaban conmigo ofreciendo asesoría legal. Había grupos de apoyo que se ofrecían a acompañarme. -Organizaciones feministas-. Muchas compañeras de otras universidades se comunicaron conmigo brindándome su apoyo. Escuche más historias parecidas a la mía, todas compartíamos la misma impunidad.


Un día una persona a quien no tuve el gusto de conocer sino hasta mucho después, me llamo al celular y me comentó sobre una reunión con una representante de "El Comercio" -un diario reconocido-. Me comento que un grupo de estudiantes se reunirían para hablar de la problemática del acoso y la violencia sexual dentro de las universidades.

Yo ya conocía por experiencia propia, la realidad en la que vivían las mujeres universitarias que seguían procesos a algún miembro de la institución donde estudiaban. Había dejado asistir a clases con normalidad y no podía caminar por los pasillos con tranquilidad. Mi familia se turnaba para acompañarme a la universidad al momento de entrar y durante la salida. Tenia miedo de ir al baño o a comprar. Me di cuenta que para ser la denunciante, todas las restricciones caían sobre mí, pero ¿Qué hay de las demás chicas? Algunas denunciantes me habían comentado que decidieron no presentar el caso a la universidad y lo llevaban lo más silencioso posible. Otras me dijeron que ni siquiera se atrevieron a denunciar por miedo a ser juzgadas. Una de ellas me dijo: "Eres muy valiente, pero te aconsejo que lo olvides".


Entre tantos casos que conocí, me enteré de uno que pasaba en la universidad Agraria La Molina. Una persona había comentado en una publicación sobre mí, que en esa universidad también había un caso similar donde la denunciante tenia que convivir con su violador además aseguraba que a pesar de la denuncia él la acosaba en esos mismos espacios. -violador y acosador, que aún sigue libre- La universidad como siempre no hacia nada. Lo ultimo que supe fue que ella no soporto los acosos y la impunidad y abandono su carrera y se fue del país.


El mismo patrón se repetía una y otra vez en todas las instituciones tanto particulares como nacionales. Simplemente no importaba. La violencia sexual esta tan normalizada que no es un tema de interés. ¿Por qué brindarle seguridad a tu estudiante? Solo ha sido victima de violencia de género.

La verdad esta tan invisibilizada. Dicen que vivimos en una época de igualdad donde las mujeres y los varones tenemos las mismas oportunidades de desarrollo, pero no es así. Las mujeres vivimos con miedo, más aun las que sabemos que denunciar no sirve de nada. Restringimos nuestros espacios, nuestra vida.


Cuando asistí, obviamente no conocía a nadie. Me costo mucho salir de mi refugio pero había algo que me decía que estar ahí era necesario. Fue ahí donde escuché tantos testimonios, éramos un pequeño grupo de estudiantes, todas de diferentes universidades. Algunas eran representantes estudiantiles y conocían varios casos que se dieron a través de los años. Había denuncias por acoso, violencia física, psicológica y violación sexual. Fue un momento tan hiriente para cada una de las personas que estábamos ahí incluido la reportera. Es tanta la impunidad que gobierna que siento que lloramos no por tristeza sino por impotencia. Fui la ultima en hablar y no pude evitar contar todo con desesperación y mucha rabia. ¿Cómo es posible esto? me decía a mis adentros. -Era chocante recordar la realidad del mundo en el que vivimos-.

Al final todas parecíamos saber que no éramos tan diferentes, que existieron eventos que cambiaron nuestras vidas y que la impunidad de nuestros casos nos hacía semejantes.

No solo basta con saber que no hay justicia, hay que aportar para el cambio. ¡Por nuestras hermanas! ¡Ni un minuto de silencio, toda una vida de lucha!

 
 
 

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