Resiliencia
- ELLA, sobreviviente
- 28 jul 2020
- 2 Min. de lectura
Los días pasaban. Ya no estaba segura de por qué luchaba. Todo se volvió monótono, ya no tenía esperanza, pero no quería rendirme, así que caminaba a la deriva. Miles de preguntas pasaban por mi cabeza. A ratos tenia momentos racionales a ratos no. ¿era necesario suicidarme como muestra de mi lucha? ¿Cómo protesta a tanta injusticia? ¿Qué lograría con ello? ¿Qué más hacer? ¿Qué pasa con esta sociedad? ¿soy yo el problema?, y si soy yo ¿se solucionará cuando ya no esté?
Me pasaba los días en el limbo. Ya no quería pensar. Las chicas en el colectivo siempre me preguntaban si estaba bien. Y yo callada, solo me dedique a escuchar.
Así empecé a asistir a las reuniones del BUF. Era tan extraño, para mí, ver a personas que en base a sus experiencias habían encontrado un hecho en común. No solo se dedicaban a hablar de los problemas que individualmente tenían. Buscaban una razón y una solución. Además, le daban énfasis al acompañamiento personal a cualquiera que lo necesitara. Cada día tenía más preguntas, ¿Por qué una estudiante que denuncio a su profesor por acoso, no logro nada?, Empecé a escuchar los casos. Existían casos de violaciones sexuales incluso dentro de la misma institución. Había casos de violencia física y psicológica que sucedieron dentro de las universidades. Había compañeras que llegaban hasta ahí para dar a conocer el caso de estudiantes desaparecidas. Compañeras de las que aun hoy, no se sabe nada. ¿Qué era lo que pasaba?
Nunca me pregunte ¿Qué tanto te puede afectar sufrir violencia de género? Enfocándonos en la educación o en el desarrollo profesional.
Recordé todas las veces en que pensé en dejar mi carrera. Para ese momento, todavía no dejaba de ser opción. Había algo en mí que me decía lucha, no te rindas. Solo te falta un año para terminar tu carrera. “sabes que te costo mucho llegar hasta dónde estás, no le des el gusto” pero por más que quería continuar, tenía mucho miedo. Aun hoy tengo miedo de ir. No se si lo expreso bien, solo se que no quiero ir.
Me di cuenta que mi caso, no era algo aislado. Que a pesar de que no vivimos las mismas circunstancias, bueno, en algunos casos sí. Era el efecto de sufrir o haber sufrido violencia lo que generaba una limitación para nuestro desarrollo. Me di cuenta, que esa frase que escuchaba tanto “luchar por universidades seguras, libres de acoso y violencia de género”, algo que al inicio no le di mucha importancia. En realidad, merecía dársela y más.
Entonces me dije, quizá deba seguir este camino. Quizá este dolor que tengo, lo pueda transformar en fortaleza para ayudar a levantarse a aquellas personas que, como yo, se echaban la culpa de haber sufrido una violación. Si ya había llegado tan lejos desgastándome hasta no poder más, por algo que sabia que era improbable de lograr ¿por qué no luchar para que esto cambie? Soy consciente que esto pasa y seguirá pasando. Solo que ahora tengo esperanza nuevamente y no quiero quedarme sentada.
Esto cambiará porque tiene que cambiar, y no hay otra opción. No la puede haber.
Comentarios