SPLASH
- ELLA, sobreviviente
- 20 jun 2019
- 3 Min. de lectura
Unos días pasaron después de la reunión que ese pequeño grupo de estudiantes tuvimos con la periodista. No vi la primera impresión de mi padre al ver el artículo en el periódico, pero cuando me lo dio no parecía molesto, solo algo inquieto. En las redes sociales, muchos se mostraban indignados. Se leían miles de comentarios ¿Cómo pueden obligarla a estudiar con su violador? y más.
No paso mucho y llego una notificación a mi casa, la cual decía que se estaba reconsiderando mi caso dentro de la universidad y que por favor me acercara a conversar con la encargada de asesoría legal
–Lo que en su momento fue una noticia llena de alegría, el recordarlo hoy me genera asco-.
Mi primer contacto de ayuda en la universidad fue una estudiante de ramas de la medicina. Ella me dijo que fue miembro del consejo universitario y sabia como llevar este tema. Me explico los pasos a seguir al momento de llevar un proceso como el mío.
-La verdad que es muy engorroso y nada eficiente, ya que muchas “piezas que se supone que deberían estar, nunca están en su lugar”, además los estudiantes no tienen acceso directo a esa información-.
Asumo que sí yo nunca hubiera pasado por algo así, no sabría cuales son los pasos a seguir. -Se minimiza tanto este tema que casi se obvia por completo-.
Gracias a ella pude conocer un poco más de la realidad universitaria y conversar con algunas autoridades, pero lo mejor que pudieron hacer fue mandarme con la psicóloga, quien estaba más interesada en saber ¿Qué paso?, ¿Quién era él? Y sí ¿tenía alguna relación con algún profesor? -No lo vi de mucha ayuda-, Ya había pasado más de medio ciclo y seguía arreglándomelas para no topármelo. Mientras las autoridades hacían caso omiso y mi psiquiatra cada vez se preocupaba más por mis ataques de ansiedad -El pánico siempre estuvo presente pero yo quería intentar continuar-. Es mi carrera, son mis logros. -No podía rendirme-.
Por suerte ya me sentía más enfocada. Sabía que no era la única estudiante que pasaba por esto ni en mi institución, ni en todas las demás. Por lo que decidí ser parte de ese movimiento estudiantil que lucha para que se tome en cuenta este tema tan delicado.
-La violencia de genero existe y se tiene que tomar en consideración sí se quiere formar buenos profesionales-. Las estudiantes también tenemos derecho a continuar nuestra carrera, sin verla frenada por la acción de un imbécil y el caso omiso de las autoridades, a las que lamentablemente no se les inculco valores con igualdad de género.
Yo ya no contaba con amigos cercanos. -Cabe resaltar que en mi institución si tienes problemas con el “ahijado” de un profesor, tienes problemas grabes. Parece que a muchas personas les disgustó mi denuncia.
-Una vez más me doy cuenta de lo adentrado que tenemos el machismo y lo hipócritas que podemos llegar a ser, pues todas las personas aborrecemos la situación con tan solo escuchar “violación sexual” pero todo cambia si el denunciado es tu familiar o tu conocido-. Pese a tener un examen medico legista que lo corrobora.
Así qué sí, tenía problemas grabes, pero no tenía miedo. Mientras más pasaban los días, más claras eran mis ideas. Dicen que en los peores momentos te enteras quienes son tus verdaderos amigos pues yo me quede sola y eso al inicio me hizo sentir muy mal, pero no me detuvo. Definitivamente luego llegaron personas más valiosas con las que forme el primer colectivo de lucha contra la violencia de género dentro de la universidad y nos integraríamos a un bloque más grande, el Bloque universitario feminista.
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