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NO MÁS SILENCIO

  • Foto del escritor: ELLA, sobreviviente
    ELLA, sobreviviente
  • 2 jun 2019
  • 2 Min. de lectura

Ya era el mes de abril. Cualquiera diría que habiendo pasado dos meses ya estaría mejor pero era todo lo contrario. Definitivamente seguir el proceso me estaba consumiendo las ganas de vivir pero siempre lo diré: NO ME ARREPIENTO DE DENUNCIAR Y LUCHAR POR JUSTICIA.


Mi vida se reducía a eso, luchar. Debía estar pendiente de los documentos o citaciones que llegarán tanto de la fiscalía como del juzgado, estar pendiente de lo que diga el abogado. Mi hermano hacia el mayor esfuerzo por tratar de llevar el hilo del caso, mi padre también estaba al pendiente. Los días pasaban, casi ni sentimos mi cumpleaños numero 25, esa noche no pude evitar echar unas lagrimas durante la cena, jamás viví un momento familiar así de silencioso.

Me acosté en mi cama y como cada noche me quedaba hasta el amanecer recordando todo. -como deseaba que todo esto acabará- Siempre cuestionándome ¿Qué más puedo hacer? Ya hice todo. Denuncie, pase por sus asquerosos exámenes. Denigrantes de todas las formas posibles. Aguanté tanto, cada humillación y no he obtenido nada. ¿Donde esta la justicia con la que nos educaron? Esa que nos hicieron creer que existía y que a sus ojos eramos iguales. ¿Esto sólo pasa conmigo? ¿Como les va a otras denunciantes? El sol brillaba, me sentía agotada. Ya podía dormir en paz.


Eran aproximadamente las 11 de la mañana -no tenia ganas de comer para variar-. Recibí una llamada. Hable con la fiscal me decía. ¿Por que tenias que contarlo todo? No importa lo que hagamos, tarde o temprano tu caso se archivará. Si nos hubieras contando cuando todo paso el ya estaría encerrado. -Sentí la frustración de mi hermano-. Al colgar no tenía nada en la mente, era lo mismo que ya me había dicho anteriormente. En parte esa era una de las razones que no me dejaba dormir pero siempre llegaba a la misma conclusión "es la verdad", no entiendo ¿por qué estaría mal? Soy dueña de mi cuerpo, lo que no es consentido es un delito o ¿no? -Creo que fue más el dolor que generaba sentir que por mi culpa mi familia sufría, no podía evitar pensar en otras posibles realidades para ese momento. ¡NO HAY JUSTICIA!, me repetía una y otra vez mientras empezaba a llorar. ¿Qué más puedo hacer? Estoy cansada de esto. Ya no puedo más. ¡YA NO PUEDO CALLAR MÁS!.


-Me lo había planteado ya varias veces- pero la recomendación de todo el sistema de justicia siempre es "De todo lo que está en proceso, no puede darse a conocer los detalles". Mantén todo en silencio, lo resolveremos parecen decir pero su justicia se basa en trabas para nosotras y un burdo criterio de igualdad basado en su prejuicios. Ese día lo comprendí y lo hice publico.

 
 
 

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