top of page

EL PRIMER MENSAJE

  • Foto del escritor: ELLA, sobreviviente
    ELLA, sobreviviente
  • 23 may 2019
  • 2 Min. de lectura

Me costó mucho continuar, dicen que la parte más difícil es el comienzo pero para mí sigue siendo difícil aun hoy.

Esa primera semana de Marzo se sintió demasiado pesada, odiaba que se haga de día porque tenía que ir a ese lugar tan inseguro para mí, caminaba lento, lo último que quería era comer, me sentía tan desorientada. Tenía muchos pensamientos, sabía que debía continuar, que eso era lo que quería pero cada paso se sentía tan pesado y los días se volvieron tormentosos. Siempre estaba pendiente de no encontrármelo. Ya de por si los recuerdos atormentaban cada uno de mis días. Pero sino intentaba continuar. ¿Qué más podía hacer?¿Debía abandonar todo hasta donde llegue? Recordar cada esfuerzo que hice año tras año para poder finalizar mi carrera me daba valor. Iba lo suficientemente tarde como para que no se notara mi ausencia y salía lo más rápido que pudiera para sentirme segura. Mi familia empezó a turnarse para acompañarme, estaban ahí tanto a la entrada como a la salida. Me sentía demasiado insegura. Creo que el primer mes fui a una clase de cada curso. Trataba de recopilar la mayor cantidad de material de estudio y luego salir de ahí lo más rápido posible. Mi habitación se volvió mi refugio y en ella podía continuar estudiando sin temor alguno. Las pastillas hacían que durmiera un poco más, los antidepresivos hacían que cada vez que saliera de casa yo me dijera que “todo iba a salir bien”.


Decidí dar conocimiento a mi universidad sobre el proceso penal que seguía contra uno de sus estudiantes. Unos días después me dieron una respuesta por escrito “este asunto no es de competencia de la institución”. Desde ese día supe que las cosas irían empeorando con respecto a mi situación universitaria. Para ese entonces ya había empezado a escribir. Las cosas no iban bien judicialmente y ahora tampoco en la universidad. Mis días eran ahogadores, siempre pendiente de que llegue otra mala noticia. Mientras me encerraba en mi habitación cada sentimiento era escrito en ese pequeño espacio que individualice para mi dolor. Escribía casi a diario, apuntaba la fecha y hora antes de comenzar. A veces escribía para mí. Otras veces escribía como si quisiera que los demás me escucharan. Que oyeran por todo lo que estoy pasando. Quería que más personas dijeran eso está mal. Sabía que cada escrito reflejaba tanto dolor, angustia y desesperación que no estaba segura si quería hacerlo público. Ahí estaba la sociedad diciéndome “¡ha sido tu culpa!”, ahí estaba la justicia diciendo “¿por qué no te fuiste?”, ni siquiera yo podía explicar mucho de mi comportamiento pero estaba segura de dos cosas: la primera; que no era mi culpa y la segunda que no existía algo que pudiera justificarlo, no para mí.


ree

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo
Resiliencia

Los días pasaban. Ya no estaba segura de por qué luchaba. Todo se volvió monótono, ya no tenía esperanza, pero no quería rendirme, así...

 
 
 
El abogado del diablo

Los días se habían vuelto fastidiosamente rutinarios, prefería hacer “nada” a tener que salir de mis cuatro paredes. Siempre buscaba una...

 
 
 

Comentarios


© 2023 por NÓMADA EN EL CAMINO. Creado con Wix.com

  • b-facebook
  • Twitter Round
  • Instagram Black Round
bottom of page